CUANDO EL CEPILLO DE DIENTES ENTRA POR LA PUERTA, EL AMOR SALE POR LA VENTANA.

Sensación de que todo ES y SERÁ perfecto. Pensamientos de YA es el momento. Suenan campanas en el mundo idílico, solo estáis vosotros. Quizás la mascota de alguno de los dos también se apunte a la aventura.

Paquetes, cajas y maletas. Dejar atrás una historia, una etapa para comenzar otra nueva. Encaminarte hacia otra estancia y no a solas. Camino cargado con vuestras mejores ideas, sueños, energías y expectativas. Dejáis atrás viejos recuerdos haciendo hueco a los nuevos.

Motivación, ilusión y ganas son los recursos que cargáis en vuestros macutos para la nueva etapa vital.

Abandonáis el piso de solteros, de compañeros desconocidos o incluso, la casa de vuestros padres para ir a vuestro “nido de amor”. O quizás salís de otro. O ya vivíais solos.

Novatos o expertos en convivencia se mezclan en cuatro paredes llenas de pasión. Paredes que se pintan con vuestros mejores propósitos.

Pasan los días, las semanas y los meses y de repente sin saber porqué, nacen los conflictos y las discusiones. Desacuerdos y no tan acuerdos. Problemas por quién hace más o menos tareas en casa, quién es el ordenado o desordenado. Quién manda o quién es arrastrado por la pasividad de no hacer nada, y así, una larga lista que cada pareja podrá continuar con sus propias experiencias y vivencias.

¿Se fue el amor? No. Pero si se cometió un ‘error’. ¿Quién de vosotros antes de irse a vivir con su pareja plantea o expone como es en casa? ¿Cuáles son vuestras leyes o normas no escritas a la hora de vivir en casa? Fuera del romanticismo y el mundo perfecto de los enamorados hay que ser realistas y la mayoría de las parejas se lanzan a la aventura de convivir a ciegas. Sin saber como es la otra persona en su propio “habitat”.

Se ahorrarían muchos conflictos, problemas y discusiones si diéramos el primer paso, HABLAR SOBRE LA FUTURA CONVIVENCIA; Qué nos gusta y nos disgusta, cómo suele ser nuestra rutina en casa, nuestras propias leyes o normas no escritas, etc. La finalidad es poder tener una convivencia con más armonía y menos problemas.

Tampoco quiere decir que todas las parejas pasen por esto pero sí la mayoría. Unas se hacen mas fuertes porque aprenden a gestionar y complementarse como pareja. En cambio otras entran en la guerra de ‘quién puede más’ y en vez de formar equipo y crecer siguen la dinámica de competir y luchar.

 

Porque cuando el cepillo de dientes entra por la puerta, el amor sale por la ventana. Y para que éste amor no se lance al vacío hay que cuidarlo, comprometerse y sobretodo, negociar y llegar a acuerdos que sean beneficiosos para ambos.