¿Cuándo acabo un proceso terapéutico?

Hace 3 otoños -2018-, tras cursar el primer nivel de Brainspotting, inicié uno de tantos viajes hacia mi interior. Este en concreto, sería de “los largos”. Y yo, inocente de mis propios procesos, ni tan siquiera contemplaba hacia donde quería ir. Ni tampoco sabía realmente hacia donde me estaba dirigiendo ni cuando “finalizaría”.
Han sido 3 años acompañada por una misma persona. Una misma presencia sosteniendo mi dolor y mi sufrimiento. Una misma mano cogiendo la mía, a veces para seguir caminando, y otras, para simplemente no sentirme sola cuando me caía en mi más profunda oscuridad.

En aquel momento, cuando decidí comenzar otro proceso con otra persona a través de la herramienta que acaba de conocer, solo pensaba, “estoy muy jodida y quiero dejar de estarlo”. Tras estos 3 años sumergida en mi oscuridad, navegando en las aguas turbulentas de mi YO, profundizando y acunando el dolor escondido tras las inmensas corazas, dando espacios a mis traumas con una mirada amable, re-encontrando mis atributos, seguir ordenando-me en mi historia familiar, siento Paz. Una Paz a su vez, efímera e intermitente. Amorosa. Me acaricia y me abraza. Siento su temporalidad. Porque las emociones y los sentimientos no son permanentes. Y he aprendido a sentirlas en el momento de su aparición, dure lo que dure. Validando sus existencias. Voy sabiendo de primera mano cómo mis pensamientos dilatan la duración de dichas emociones y sentimientos. Sé, transitando cada una, aparecerá la siguiente.

Hoy mi terapeuta me recordaba lo dura e intransigente que era conmigo misma. La urgencia ansiosa por querer resolver-me ya, inmediatamente. Porque claro, ¿cómo una psicóloga iba a estar jodida mientras acompaña a otras personas jodidas? Para mí, era inviable, no podía ser así. Buscaba ser la psicóloga perfecta. La que tiene todo resuelto para poder acompañar “correctamente” a otras personas. Quería ser impecable, con 29 años… ¡Cuánta autoexigencia! Rigidez y más rigidez. Cascadas de (auto)juicio. Una perspectiva distorsionada por un ideal profesional equivocado. Llegué a sentirme un fraude cuando mi historia, llena de patinazos -es decir, el daño que yo infligí a otras personas-, y de acontecimientos dolorosos, me desbordaban.

Doy gracias a este periplo, que forma parte de uno más grande, uno que dura toda una vida, y a todo lo que he ido haciendo desde los 24 años. Hoy, veo culminado muchos frutos en:

+ Soy más amable conmigo misma en momentos complicados. La dureza se ha ido diluyendo y la ansiedad por resolver ha desaparecido.

+ Soy más flexible con lo que se presenta en cada momento. La rigidez comienza a brillar por su ausencia en muchos escenarios.

+ Mi sistema nervioso está significativamente más relajado. He desactivado decenas de alarmas que me hacían vivir en una constante “amenaza”.

+ Estoy en más contacto con mi Esencia, aunque sean breves períodos de tiempo. Y estoy mucho menos en mis corazas.

Este proceso ha sido muy significativo, pero no el único. No solo me he centrado en la terapia individual. He participado en procesos grupales, en ceremonias con plantas medicinas, inicié un camino autodidacta con la psilocibina, cambié mi alimentación y mis rutinas de autocuidados, me he rodeado de gente que me quiere y me apoya, he buscado el Humor y el Amor en mi red afectiva y he explorado otras disciplinas terapéuticas para sanar -parte- de mi cuerpo. Y en estas otras, el baile consciente esta siendo un gran recurso junto al fortalecimiento de mi red afectiva.

Hoy he llorado por todo esto. Por todo lo caminado y tropezado.  Por lo que aún me queda por transitar… Una etapa finaliza para abrir otra más profunda. Esto solo acaba de cambiar de nivel.

Entonces, ¿Cuándo acaba un proceso terapéutico? No tengo la respuesta. Sin embargo, puedo explicar cómo estoy sintiendo el final de este proceso. Uno de tantos y, otros que estás por comenzar. Iba sintiendo el final por la coherencia, la tranquilidad y la gestión de las adversidades desde un lugar sincero. Han desaparecido angustias y ansiedades. Ahora me relaciono diferente y mis relaciones afectivas son más potentes, más amorosas. Porque cuando yo sano, sano mis relaciones y todo se ve influenciado gratamente por el trabajo personal. No es la perfección ni tampoco quiere decir que no me pasen “cosas malas”. Siguen, y seguirán pasando, solo se ha transformado mi paradigma. Esto a su vez, me lleva a sufrir mucho menos y a gestionar las adversidades con recursos acordes a mis valores.

 

Gracias a Anna Gómez Quero, de tu libertad interior, por proponerme hacer la formación de Brainspotting.

Gracias a Ainhoa Barquín, por ser mi terapeuta y aliada en estos últimos 3 años.

Gracias a mi red afectiva, por Ser y Estar en sus diversidades.

¡Os amo!